Publicado el Martes 8 de Marzo de 2011 en las secciones Breves, General, Politica y Activismo.
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Por César Cigliutti * – (Pagina 12)
Reivindicar la diversidad, al menos en términos de enunciación, es una demostración ética que no admite rechazos. Más en una comunidad como la nuestra, que parte de una diversidad de identidades, personas gays, lesbianas, travestis, transexuales, bisexuales e intersexuales, lo cual es un desafío hasta para el/a activista más entrenado/a.
Esa diversidad identitaria también se expresa en distintas ideologías que de algún modo reflejan la diversidad de la sociedad civil: discursos, criterios, estrategias políticas, formas de organización. Es un mérito que nuestro movimiento no sea uniforme, como tampoco lo es la esfera pública
Una expresión muy valiosa de esa legítima diversidad fue la unión que nuestra comunidad gestó, en su diferencia, detrás de un reclamo trascendente, como fue el matrimonio igualitario.
La experiencia de la Plaza del Congreso el día de la votación en el Senado, con la vigilia de 14 horas, hasta pasada con holgura la madrugada, estar juntos/as en un escenario esperando el resultado y luego festejando desbordados/as y sorprendidos/as: Argentina era el 10º país del mundo en conseguir el matrimonio igualitario y el primero en América latina y el Caribe.
Tenemos, como movimiento Glttbi, una historia de 43 años tan diversa como respetable. En esos iniciales tiempos donde no había, ni podía haber, un beneficio personal, todo era convicción, valentía y entrega. Empezamos heroicamente con el Frente de Liberación Homosexual (FLH) y, luego de la dictadura, seguimos con la Comunidad Homosexual Argentina (CHA) en momentos en que la palabra “homosexual” expresaba (o al menos lo intentaba respetuosamente) la diversidad.
Como desafiamos la culpa y la vergüenza y nos mostramos públicamente orgullosos/as, como luchamos contra la represión policial y los edictos policiales, como nos enfrentamos al vih-sida (al virus y al estigma al mismo tiempo), como la peleamos para la personería jurídica con un fallo en contra de la Corte Suprema de Justicia, como inscribimos la no discriminación por orientación sexual en la Constitución de la Ciudad de Buenos Aires, como inauguramos el reconocimiento legal de nuestras parejas en la Unión Civil, como conseguimos el pago de la pensión por fallecimiento para parejas del mismo sexo por la Anses, como la culminante aprobación de la ley de matrimonio igualitario, como ya lo hicimos, lo haremos ahora por nuestras compañeras travestis, transexuales e intersexuales en la ley de identidad de género, y seguiremos con las luchas para que podamos donar sangre y para derogar los códigos de faltas de las provincias de Formosa, La Rioja y Neuquén. Será, entonces, otro principio de otra era.
En la CHA no vamos, a estas alturas de la inteligencia, a cambiar un dogma por otro y menos imponer o que intenten imponernos dogmas de amasado casero o foráneo. Lo dicho antes, los dogmas en los templos que la sociedad y la realidad van, con mucho esfuerzo colectivo, a la multiplicidad.
La diversidad, si es cierta, se expresa siempre en diversidad: ni en una sola forma, ni en una sola interpretación, ni en un solo logo (a veces ni en logos), ni en un excluyente discurso, ni en una única imagen, ni en una única persona, ni en un activista, ni en una organización, ni en una pareja, ni en una única estrategia ni forma. Lo hace en la pluralidad, como los diferentes colores de la bandera del arco iris.
* Presidente de la Comunidad Homosexual Argentina (CHA).
Reivindicar la diversidad, al menos en términos de enunciación, es una demostración ética que no admite rechazos. Más en una comunidad como la nuestra, que parte de una diversidad de identidades, personas gays, lesbianas, travestis, transexuales, bisexuales e intersexuales, lo cual es un desafío hasta para el/a activista más entrenado/a.
Esa diversidad identitaria también se expresa en distintas ideologías que de algún modo reflejan la diversidad de la sociedad civil: discursos, criterios, estrategias políticas, formas de organización. Es un mérito que nuestro movimiento no sea uniforme, como tampoco lo es la esfera pública
Una expresión muy valiosa de esa legítima diversidad fue la unión que nuestra comunidad gestó, en su diferencia, detrás de un reclamo trascendente, como fue el matrimonio igualitario.
La experiencia de la Plaza del Congreso el día de la votación en el Senado, con la vigilia de 14 horas, hasta pasada con holgura la madrugada, estar juntos/as en un escenario esperando el resultado y luego festejando desbordados/as y sorprendidos/as: Argentina era el 10º país del mundo en conseguir el matrimonio igualitario y el primero en América latina y el Caribe.
Tenemos, como movimiento Glttbi, una historia de 43 años tan diversa como respetable. En esos iniciales tiempos donde no había, ni podía haber, un beneficio personal, todo era convicción, valentía y entrega. Empezamos heroicamente con el Frente de Liberación Homosexual (FLH) y, luego de la dictadura, seguimos con la Comunidad Homosexual Argentina (CHA) en momentos en que la palabra “homosexual” expresaba (o al menos lo intentaba respetuosamente) la diversidad.
Como desafiamos la culpa y la vergüenza y nos mostramos públicamente orgullosos/as, como luchamos contra la represión policial y los edictos policiales, como nos enfrentamos al vih-sida (al virus y al estigma al mismo tiempo), como la peleamos para la personería jurídica con un fallo en contra de la Corte Suprema de Justicia, como inscribimos la no discriminación por orientación sexual en la Constitución de la Ciudad de Buenos Aires, como inauguramos el reconocimiento legal de nuestras parejas en la Unión Civil, como conseguimos el pago de la pensión por fallecimiento para parejas del mismo sexo por la Anses, como la culminante aprobación de la ley de matrimonio igualitario, como ya lo hicimos, lo haremos ahora por nuestras compañeras travestis, transexuales e intersexuales en la ley de identidad de género, y seguiremos con las luchas para que podamos donar sangre y para derogar los códigos de faltas de las provincias de Formosa, La Rioja y Neuquén. Será, entonces, otro principio de otra era.
En la CHA no vamos, a estas alturas de la inteligencia, a cambiar un dogma por otro y menos imponer o que intenten imponernos dogmas de amasado casero o foráneo. Lo dicho antes, los dogmas en los templos que la sociedad y la realidad van, con mucho esfuerzo colectivo, a la multiplicidad.
La diversidad, si es cierta, se expresa siempre en diversidad: ni en una sola forma, ni en una sola interpretación, ni en un solo logo (a veces ni en logos), ni en un excluyente discurso, ni en una única imagen, ni en una única persona, ni en un activista, ni en una organización, ni en una pareja, ni en una única estrategia ni forma. Lo hace en la pluralidad, como los diferentes colores de la bandera del arco iris.
* Presidente de la Comunidad Homosexual Argentina (CHA).
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