Dicho riesgo es todavía más alto en las mujeres coinfectadas por ambos virus
Juanse Hernández - 30/03/2011
Según un estudio estadounidense, cuyos resultados fueron presentados recientemente en la XVIII Conferencia sobre Retrovirus e Infecciones Oportunistas (CROI), las personas coinfectadas por el VIH y el virus de la hepatitis C (VHC), que reciben tratamiento antirretroviral, tienen un mayor riesgo de fracturas óseas que las monoinfectadas por hepatitis C, las monoinfectadas por VIH y los individuos sin ninguno de los dos virus. Asimismo, el ensayo ha puesto de manifiesto que, entre los pacientes coinfectados, el riesgo de fracturas es especialmente significativo en mujeres.
Es bien sabido que las infecciones por VIH y VHC se asocian ambas con una reducción de la densidad mineral ósea. Aunque investigaciones previas han proporcionado datos que indican que las personas con VIH o con el virus hepático tienen un mayor riesgo de sufrir fracturas óseas graves, se dispone de información limitada acerca de dicho riesgo en aquellos pacientes que viven con ambos virus a la vez (véase La Noticia del Día 21/07/2010).
Con el fin de arrojar un poco más de luz sobre esta cuestión, un equipo de investigadores de EE UU llevó a cabo un estudio en cinco estados dentro del programa de salud Medicaid. El objetivo de este ensayo fue evaluar si las personas coinfectadas por VIH y VHC en tratamiento antirretroviral tenían un aumento del riesgo de fracturas óseas en comparación con pacientes infectados con solo uno de estos virus o con individuos sin ninguna de estas infecciones.
Los autores analizaron de forma retrospectiva los historiales médicos de miles de pacientes incluidos en el programa Medicaid en California, Ohio, Florida, Nueva York y Pensilvania con seis meses, como mínimo, de seguimiento clínico entre enero de 1999 y diciembre de 2005. De los historiales, se recopiló información sobre el estado serológico al VIH, al VHC, y fracturas de cadera o columna vertebral.
El análisis contó con la participación de un total de 36.950 personas coinfectadas por VIH y VHC; 276.901 monoinfectadas por VHC, 95.827 monoinfectadas por VIH, y 366.829 individuos no infectados por estos virus. Los pacientes coinfectados incluidos en el ensayo tendieron a ser más jóvenes (con una media de edad de 39 años) que aquellos que no estaban afectados por ninguna de las dos infecciones (con una media de edad de 48 años). Entre una tercera parte y la mitad de los participantes de cada grupo eran mujeres.
Los resultados muestran que los pacientes coinfectados por VIH y VHC tuvieron de forma significativa más probabilidades de experimentar una fractura durante el período de seguimiento del estudio. Entre los hombres, por ejemplo, hubo aproximadamente un incremento de un 40% del riesgo de fractura de cadera en los que estaban coinfectados en comparación con aquellos que solo tenían VIH, y el doble de riesgo cuando se comparó con los individuos que no se hallaban infectados por VIH y VHC. El riesgo de fractura de la columna vertebral entre los varones coinfectados aumentó un 37% en comparación con los individuos sin VIH y ni VHC, y un 24% frente a los que únicamente tenían VIH.
El aumento del riesgo de fracturas fue todavía más pronunciado en las mujeres coinfectadas por VIH y VHC. Por ejemplo, al compararlas con el grupo de mujeres que no tenía ni VIH ni VHC, el riesgo de fractura de cadera fue más del doble, y en comparación con las monoinfectadas por VIH, el riesgo aumentó un 77%.
El riesgo de fractura de la columna vertebral fue de casi un 65% en las mujeres coinfectadas si se compara con las monoinfectadas por VIH o con aquellas que no estaban infectadas por ninguno de los dos virus.
Por otra parte, los investigadores pudieron observar que el riesgo de fracturas de cadera, pero no de columna vertebral, fue también más elevado en hombres y mujeres coinfectados que en aquellas personas que solo estaban infectadas por VHC.
En sus conclusiones, los autores afirman que, de acuerdo con sus hallazgos, los pacientes coinfectados –sobre todo las mujeres– en tratamiento antirretroviral tienen un mayor riesgo de fractura de cadera que los pacientes monoinfectados por VHC, y un riesgo más alto de fractura de cadera y columna vertebral que las personas monoinfectadas por VIH y los individuos no infectados por estos virus. En su opinión, estas mayores tasas de fracturas detectadas en personas coinfectadas podrían ser debidas a un efecto aditivo de la infección por VIH, la infección por VHC y el tratamiento antirretroviral.
Dado que continúan siendo poco claros los mecanismos que explican la asociación entre la infección por VHC y las fracturas óseas, deberían realizarse más estudios que pudieran dilucidar la patogénesis de la enfermedad ósea en este contexto, al tiempo que explorar intervenciones y terapias que permitan prevenir las fracturas óseas en los pacientes coinfectados por VIH y hepatitis C.