En Gipuzkoa, 4.000 personas se han infectado, 1.660 han desarrollado la enfermedad y 1.120 han muerto. Ahora, el incremento de la sífilis y la gonorrea anticipan un repunte de contagios de VIH
15.05.11 - 03:17 ne Urdangarín
SAN SEBASTIÁN. Eran las seis y media de la tarde del 28 de febrero de 1985. Daniel Zulaika estaba de guardia en el servicio de Urgencias del Hospital Aránzazu, ahora Donostia. Entonces llegó ella, una chica de 23 años, con manchas en la boca, fiebre y mal estado general. Murió a los pocos meses. «Fue el primer paciente de sida que atendí». En noviembre de 1984 ya se había detectado otro caso. Luego asistieron a más. A muchos. No aguantaban demasiado. «Unos 73 días de media desde que les diagnosticábamos». Aquel mayo proliferaron los análisis y se constató una tremenda realidad: el 65% de los consumidores de heroína estaba ya infectado. «La bola de nieve había crecido y llegábamos tarde». Gipuzkoa se sumó entonces a la lucha contra el sida.
Para entonces, otros países ya estaban batallando contra esta enfermedad, que se dio a conocer en un artículo publicado en Estados Unidos el 5 de junio de 1981, y que se fue expandiendo de forma inexorable causando estragos en todo el mundo: 65 millones de infectados y 25 millones de muertos. Han pasado 30 años desde aquel artículo y ahora sabemos que el VIS (Virus de la Inmunodeficiencia de los Simios) mutó en VIH (Virus de la Inmunodeficiencia Humana) entre 1930 y 1940, cuando en Camerún pasó del chimpancé al hombre. También conocemos, gracias a un estudio retrospectivo realizado en 1998, que el primer caso conocido de infección por VIH en muestras de sangre corresponde a un donante del Congo de 1958.
En tres décadas, la lucha científica ha logrado cronificar, al menos en Occidente, una patología antaño mortal. «Es excepcional, algo inédito en la historia de la Medicina asistir al nacimiento de una nueva enfermedad, a su expansión y, finalmente, a su control. Y nuestra generación ha tenido esa posibilidad», reconoce Daniel Zulaika, coordinador del Plan del Sida en el País Vasco. Aún no se ha logrado aquella vacuna que el ministro de Sanidad estadounidense esperaba para 1987, pero los tratamientos contra el VIH han demostrado su eficacia.
¿Significa que la batalla está casi ganada? «Los fármacos son muy buenos, hay cerca de 30 medicamentos antirretrovirales, por lo que estaríamos preparados si apareciesen resistencias pero, evidentemente, es mejor no estar infectado». En este momento, la expectativa de vida de los afectados es de 70 años. Tienen que tratarse de por vida, lo que puede conllevar algún efecto secundario –cada vez menor gracias a la sofisticación de los fármacos– «y el proceso de envejecimiento es algo más rápido».
En 30 años, 4.000 guipuzcoanos se han infectado por el VIH, 1.660 han desarrollado la enfermedad, que es lo que se llama sida, y 1.120 han fallecido, según consta en los archivos de Arantxa Arrillaga, responsable de epidemiología y prevención del Plan del Sida. Actualmente, en el Hospital Donostia hay en seguimiento 1.300 pacientes, de los que el 90% están en tratamiento antirretroviral, que viene a costar unos 8.000 euros al año por paciente.
Ahora ya no se habla de sida, como cuando los fallecidos se contaban por decenas, sino del VIH, del que se registra un número similar de contagios, entre 34 y 47 personas al año en la última década, aunque las autoridades sanitarias prevén un repunte en los próximos años, visto el alarmante incremento de otras enfermedades de transmisión sexual como la sífilis o la gonorrea.
Lo que no ha variado en todo este tiempo es la proporción de tres hombres por cada mujer. «Lo de la feminización de la epidemia es un mito. No se ha aumentado el porcentaje de mujeres afectadas». Zulaika también desmonta otra creencia popular sobre la edad de los nuevos infectados. No son adolescentes. La edad media ha ascendido de 37,6 a 39,6 años en el caso de ellos, y de 36,1 a 37,3 en el de ellas. «Por supuesto que hay que seguir haciendo campañas en las escuelas, porque cada año 16.000 chavales inician sus relaciones sexuales, pero los nuevos infectados no son adolescentes».
Más contagios entre los gays
El perfil del afectado ha cambiado de forma notable en estas tres décadas. Entre las nuevas víctimas del virus en Gipuzkoa hay más inmigrantes, que han pasado de suponer el 4% de las nuevas infecciones hace una década al 26% actual. Y los consumidores de drogas intravenosas como la heroína, que en la década de los 80 suponían el 70%, no alcanzan ni el 10% en la actualidad. El que sí ha aumentado considerablemente es el porcentaje de homosexuales con VIH: en 2001 suponían el 18% del total de nuevas infecciones, y ahora son el 42%. «Si consideramos solo a los hombres, en la actualidad el 55% son hombres que tienen sexo con otros hombres», explica el responsable del Plan vasco del Sida.
Las autoridades sanitarias han puesto el foco en el colectivo gay, y se preguntan, como lo hace Zulaika, «por qué un colectivo potente económicamente y con un nivel cultural ha abandonado los hábitos de sexo seguro, cuando fueron los primeros en adoptarlos en los 90». Y tratar de revertir esta tendencia no es sencillo, especialmente en un mundo globalizado con una gran movilidad, en la que lo mismo se hacen escapadas a Barcelona, Madrid, Londres o a Amsterdam, «lo que desde el punto de vista de salud pública es complejo. Te das cuenta de que el proceso de prevención tiene que ser universal: todo el mundo tenemos que desarrollar programas preventivos porque el gay guipuzcoano puede pasar el fin de semana por ahí, y si allí no tienen programas preventivos, poco sirven los de aquí...».
El de la relajación en las costumbres preventivas no es un fenómenos exclusivo de los homosexuales. También se aprecia en los heterosexuales, lo que hace cumplir ese aforismo de salud pública que dice que «un paso adelante en tratamiento son dos pasos atrás en prevención». La muerte era un buen motivo para apostar por el sexo seguro. Eso fue en la década de los 90, pero en 1996 llegaron los tratamientos más eficaces, y esa responsabilidad se ha ido diluyendo.
Enfermedades que vuelven
Los datos de la consulta de infecciones de transmisión sexual también lo atestiguan. Se inauguró hace 8 años en San Sebastián (Avenida de Navarra 4, 943006464) y está abierta a la población general. A esta consulta, que coordina la enfermera Isabel Sanz, acuden desde chicos y chicas que han tenido relaciones y están preocupados hasta hombres y mujeres que han mantenido contactos sexuales fuera de su pareja habitual. También atienden a los colectivos más afectados por este tipo de enfermedades, como las mujeres que ejercen la prostitución o los homosexuales, por lo que supone un observatorio excelente para radiografiar la situación. Allí hacen desde el test del VIH (sin cita previa) o pruebas como, por ejemplo, exudados anales o de uretra (con cita).
Esta unidad, según los datos recabados por la administrativa Nieves Lajo, atendió en 2010 a 641 personas, un 12% más que en 2009, de las que el 40% provenían de otros países y el 48% eran mujeres; casi la mitad de ellas ejercían la prostitución. Rumanas, latinoamericanas o rusas, que probablemente en tres semanas estarán en otra comunidad, y que muestran una «gran responsabilidad hacia su salud y la de sus clientes». De hecho, la inmensa mayoría, el 95%, asegura usar preservativo en las penetraciones anales. Otro dato clarificador: en estos ocho años solo una mujer que trabaja en la prostitución de las 780 atendidas ha dado positivo en el test del VIH. «Si pones medios, las mujeres responden».
Sin embargo, el 33% de los atendidos son hombres que tienen sexo con hombres, un porcentaje que en un año ha aumentado un 12%. De nuevo, el foco en la comunidad gay. Dice Zulaika que en esta consulta, a la que acuden los médicos Miguel Ángel von Wichmann y Xabi Camino, del Servicio de Enfermedades Infecciosas del Hospital Donostia, están viendo auténticas «tragedias», especialmente en forma de contagios. «Estoy seguro de que hay gays que se la están jugando muchas veces todas las semanas, y habría que llamar la atención sobre esto». El experto recuerda que, al contrario que el sexo anal, el sexo oral es una práctica de «muy bajo riesgo» para el contagio del VIH, pero no para la gonorrea y la sífilis, una enfermedad, esta última, que había desaparecido.
No obstante, el año pasado se diagnosticaron en esta consulta 40 casos de sífilis (21% más que en 2009) y 19 gonococias (35% más). El 42% de las sífilis y el 52% de las gonorreas se dieron en hombres que practican sexo con hombres. Más allá de constatar la reaparición de ciertas patologías, estos datos tienen una lectura más preocupante: permiten anticipar un repunte de los casos de VIH. El periodo de incubación de la sífilis y la gonorrea va de 5 a 7 días. El del VIHes de 7 años. «El aumento de enfermedades de transmisión sexual de periodo de incubación corto nos permite vaticinar que habrá un repunte de incubación larga, que es el VIH».
Las autoridades se están preparando ante este futuro: visto que tanto cuesta el uso del preservativo – «¡Nos equivocamos al creer que iba a ser más difícil que cambiasen de jeringuilla!»–, al menos solicitan a los hombres que practican sexo sin protección con otros hombres que se realicen el test del sida anualmente. Además de a esta consulta, pueden acudir a diez farmacias del territorio y a la sede de Gehitu.
Zulaika habla, al reflexionar sobre la situación actual, de una «auténtica crisis de salud sexual». Otro desafío en una carrera de fondo, «que te hace sentir en la historia interminable», pero al que la sociedad se enfrenta con el poso de haber dado en el pasado pasos de gigante