Cubainformación
Los medios internacionales siguen con atención el programa de operaciones gratuitas de reasignación de sexo que se lleva a cabo en Cuba. En los últimos días la historia de Juani Santos, transexual de 61 años operado recientemente en la Isla, ha llegado a las páginas de algunos grandes diarios (1).
Los avances en materia de tolerancia a la diversidad sexual en la Isla son innegables, y la prensa extranjera se ve obligada a reflejarlos. Pero siempre bajo un particular prisma informativo, en consonancia con su habitual doble rasero.
Al cubrir esta temática, por ejemplo, los grandes medios obvian un hecho informativo sumamente relevante: que Cuba es, actualmente, vanguardia en América Latina en esta materia. Aunque otros países -como Argentina (2)- han dado también pasos importantes, solo en Cuba y Brasil (3) las operaciones de reasignación de sexo son incluidas de manera sistemática en los servicios públicos de salud, es decir, son realizadas gratuitamente y están integradas en programas específicos, atendidos por equipos profesionales multidisciplinares, que ofrecen garantías no solo sanitarias, sino también psicológicas, laborales y sociales (4). Muy pocos países en el mundo ofrecen esta posibilidad, es decir, el acceso real al derecho al cambio de sexo sin discriminación por estatus económico y social.
Los 14 diarios del grupo español Vocento titulaban erróneamente que el citado Juani Santos es el “primer transexual cuya operación de cambio de sexo ha sido financiada por el Gobierno cubano” (5). Esto es incierto, ya que hasta la fecha ya han sido operadas gratuitamente 15 personas, a partir de los programas del Ministerio de Salud y del Cenesex (Centro Nacional de Educación Sexual) (6).
Por otro lado, los medios aluden, de una manera casi obsesiva, a situaciones de discriminación hacia homosexuales y transexuales que se dieron en Cuba –al igual que en tantos países- en los años 60 y 70 (7). A través de una sencilla búsqueda en Internet, comprobamos que Cuba acapara la inmensa mayoria de las informaciones sobre el tema de la diversidad sexual en América Latina, y en casi todas se da a entender que la homofobia en la Isla –actual o pasada- es un fenómeno especialmente destacado en el contexto de la región.
Algo realmente escandaloso, si repasamos solo algunos datos (8). Entre 2008 y 2010, 539 personas trans fueron asesinadas en Latinoamérica; solo en 2010, 260 homosexuales o transexuales fueron asesinados en Brasil; 171 en Honduras, en los últimos 5 años; y 1 cada semana en Perú. En Cuba, por el contrario, no se ha registrado un solo crimen de este tipo en los últimos tiempos. Mientras en la Isla caribeña avanzan los programas y las iniciativas legales por la tolerancia a la diversidad sexual, con apoyo de las instituciones y los medios de comunicación públicos, la homosexualidad sigue siendo considerada un delito, por ejemplo, en Barbados, Belice, Jamaica, Guyana y Trinidad y Tobago, sin que los grandes medios internacionales fijen en ello la menor atención informativa.
En estos días, podíamos leer información sobre el acoso y las vejaciones de corte homófobo que sufrió en los cuarteles militares de EEUU el soldado Bradley Manning, quien –recordemos- se encuentra preso a la espera de juicio por entregar a Wikileaks pruebas de los asesinatos cometidos por el ejército de EEUU en Afganistán (9).
El propio Manning relataba en Facebook –un año antes de su detención- cómo fue objeto de discriminación a causa de su orientación sexual, cómo llegó a perder un trabajo y cómo debía vivir "una doble vida”, sin poder expresarse libremente. Un relato nada extraordinario, común a tantas personas homosexuales en EEUU y –desgraciadamente- en la mayor parte de los países del mundo.
El soldado Bradley Manning es un ejemplo más entre los millones de personas que en el mundo han sufrido y sufren a causa de estas categorías de exclusión.
Sin embargo, los grandes medios –al contrario que hacen de una manera sistemática cuando se refieren a Cuba- jamás apuntarán al gobierno o al sistema político de EEUU como responsable –directo o indirecto- de los fenómenos de homofobia o transfobia –institucional, social o cultural- existentes en ese país.
Los avances en materia de tolerancia a la diversidad sexual en la Isla son innegables, y la prensa extranjera se ve obligada a reflejarlos. Pero siempre bajo un particular prisma informativo, en consonancia con su habitual doble rasero.
Al cubrir esta temática, por ejemplo, los grandes medios obvian un hecho informativo sumamente relevante: que Cuba es, actualmente, vanguardia en América Latina en esta materia. Aunque otros países -como Argentina (2)- han dado también pasos importantes, solo en Cuba y Brasil (3) las operaciones de reasignación de sexo son incluidas de manera sistemática en los servicios públicos de salud, es decir, son realizadas gratuitamente y están integradas en programas específicos, atendidos por equipos profesionales multidisciplinares, que ofrecen garantías no solo sanitarias, sino también psicológicas, laborales y sociales (4). Muy pocos países en el mundo ofrecen esta posibilidad, es decir, el acceso real al derecho al cambio de sexo sin discriminación por estatus económico y social.
Los 14 diarios del grupo español Vocento titulaban erróneamente que el citado Juani Santos es el “primer transexual cuya operación de cambio de sexo ha sido financiada por el Gobierno cubano” (5). Esto es incierto, ya que hasta la fecha ya han sido operadas gratuitamente 15 personas, a partir de los programas del Ministerio de Salud y del Cenesex (Centro Nacional de Educación Sexual) (6).
Por otro lado, los medios aluden, de una manera casi obsesiva, a situaciones de discriminación hacia homosexuales y transexuales que se dieron en Cuba –al igual que en tantos países- en los años 60 y 70 (7). A través de una sencilla búsqueda en Internet, comprobamos que Cuba acapara la inmensa mayoria de las informaciones sobre el tema de la diversidad sexual en América Latina, y en casi todas se da a entender que la homofobia en la Isla –actual o pasada- es un fenómeno especialmente destacado en el contexto de la región.
Algo realmente escandaloso, si repasamos solo algunos datos (8). Entre 2008 y 2010, 539 personas trans fueron asesinadas en Latinoamérica; solo en 2010, 260 homosexuales o transexuales fueron asesinados en Brasil; 171 en Honduras, en los últimos 5 años; y 1 cada semana en Perú. En Cuba, por el contrario, no se ha registrado un solo crimen de este tipo en los últimos tiempos. Mientras en la Isla caribeña avanzan los programas y las iniciativas legales por la tolerancia a la diversidad sexual, con apoyo de las instituciones y los medios de comunicación públicos, la homosexualidad sigue siendo considerada un delito, por ejemplo, en Barbados, Belice, Jamaica, Guyana y Trinidad y Tobago, sin que los grandes medios internacionales fijen en ello la menor atención informativa.
En estos días, podíamos leer información sobre el acoso y las vejaciones de corte homófobo que sufrió en los cuarteles militares de EEUU el soldado Bradley Manning, quien –recordemos- se encuentra preso a la espera de juicio por entregar a Wikileaks pruebas de los asesinatos cometidos por el ejército de EEUU en Afganistán (9).
El propio Manning relataba en Facebook –un año antes de su detención- cómo fue objeto de discriminación a causa de su orientación sexual, cómo llegó a perder un trabajo y cómo debía vivir "una doble vida”, sin poder expresarse libremente. Un relato nada extraordinario, común a tantas personas homosexuales en EEUU y –desgraciadamente- en la mayor parte de los países del mundo.
El soldado Bradley Manning es un ejemplo más entre los millones de personas que en el mundo han sufrido y sufren a causa de estas categorías de exclusión.
Sin embargo, los grandes medios –al contrario que hacen de una manera sistemática cuando se refieren a Cuba- jamás apuntarán al gobierno o al sistema político de EEUU como responsable –directo o indirecto- de los fenómenos de homofobia o transfobia –institucional, social o cultural- existentes en ese país.