Aunque existirían ciertos riesgos, los beneficios aportados por la estrategia podrían ser superiores
Francesc Martínez - 26/04/2011
Según un estudio publicado en la edición digital de American Journal of Transplantation, acabar con la prohibición de que los pacientes con VIH puedan donar órganos podría acabar con las listas de espera de trasplantes en la comunidad seropositiva.
La prohibición de que las personas con VIH donaran órganos se instauró en la década de 1980, de forma simultánea a la prohibición de donar sangre. De hecho, en aquella época, los individuos afectados por esta infección no podían ni recibir órganos, puesto que no se consideraban candidatos adecuados por su corta esperanza de vida.
La llegada de la terapia antirretroviral de gran actividad (TARGA), durante la segunda mitad de la década de 1990, cambió las cosas y permitió el acceso de los pacientes con VIH a las donaciones de órganos.
Los autores del presente estudio partieron de la hipótesis de que dar un paso más, esto es, permitir que personas con VIH puedan donar órganos a otras personas seropositivas, podría acortar considerablemente las listas de espera dentro del colectivo y, probablemente, la mortalidad mientras esperan la recepción de un órgano. En Sudáfrica, donde existe escasez de órganos, ya se ha ensayado esta estrategia y se han obtenido buenos resultados.
Para determinar el potencial impacto que podría tener la finalización de la prohibición en EE UU, los investigadores analizaron los datos de dos amplios registros estadounidenses de personas con VIH: el perteneciente al Nationwide Inpatient Study (Estudio Nacional sobre Pacientes Hospitalizados) y el asociado a la HIV Research Network (Red de Investigación sobre VIH). A partir de los datos extraídos, se calcularon el número de muertes de pacientes seropositivos que podrían haber proporcionado órganos viables para ser trasplantados.
El número de este tipo de fallecimientos fue similar en ambos estudios, de alrededor de 500 pacientes anuales en cada uno de ellos entre los años 2005 y 2008. Los autores consideraron suficiente este número de potenciales órganos para acabar con las listas de espera en la comunidad seropositiva.
Aunque un órgano de una persona con VIH no podría ser trasplantado a una no infectada, la disminución del número de pacientes afectados por la infección en las listas de espera también favorecería a las personas seronegativas, dado que accederían con mayor facilidad a los órganos donados por individuos sin VIH.
Sin embargo, el hecho de permitir la donación de órganos a personas sin VIH conllevaría ciertos riesgos ante los cuales deberían extremarse las precauciones. Así, los órganos podrían identificarse de forma incorrecta y trasplantarse a un individuo no infectado por este virus. Por otro lado, las cepas de virus del donante podrían volverse más virulentas en el organismo de quien reciba el órgano o ser resistentes a la TARGA seguida por el receptor. También cabe tener en cuenta que determinados órganos -como por ejemplo, el hígado o los riñones- podrían estar deteriorados debido a la propia infección por VIH o a causa del uso crónico de fármacos antirretrovirales.
No obstante, en opinión de los investigadores, dada la elevada necesidad de órganos en la comunidad seropositiva, estos riesgos deberían ser evaluados por los médicos caso a caso, sin negar de entrada los enormes beneficios que podría comportar el permitir la donación de órganos entre pacientes con VIH.
Fuente: Aidsmeds.
Referencia: Boyarsky BJ, Hall EC, Singer AL et al. Estimating the Potential Pool of HIV-Infected Deceased Organ Donors in the United States. Am J Transplant. 2011 Mar 28. [Epub ahead of print].
El miembro viril
Biólogo y neurocientífico, lleva años estudiando por qué los hombres son como son, el resultado es Hombres, el sexo débil y su cerebro (Plataforma), en el que explica en qué consiste la masculinidad y qué transformaciones experimenta en el proceso de hacerse hombre. Sorprende con afirmaciones como “el hombre es el sexo menos estable y más dependiente de apoyo exterior” o “no es el miembro viril el que lo convierte en y lo distingue como hombre”. Tiene una red de trabajo permanente relacionado con la educación de los niños y el crecimiento: “Los niños nacen con un cerebro muy potente que hay que estimular a través del juego, que es más importante que la educación”.
Biológicamente servimos para ser exploradores, pero no somos importantes para la reproducción.
¿Ah, no?
Estamos diseñados para abrir nuevos caminos y las ideologías también son cosa nuestra; pero con la eyaculación de un solo hombre se podría reproducir a la población de Norteamérica dos veces. Nacemos con una dificultad biológica.
¿Dificultad biológica?
Sólo tenemos un cromosoma X y eso nos hace más débiles. Las mujeres tenéis una fortaleza que el hombre no tiene. El hombre es el sexo débil, es una cuestión metabólica, de cómo funciona y está organizado el cuerpo.
Entonces, ¿por qué mandan tanto?
Precisamente porque somos débiles necesitamos coger de fuera. Los que tienen el poder son los hombres más débiles. El primer hombre moderno, el primer hombre fuerte, fue Jesucristo, porque no se dedicó a apropiarse cosas de fuera, sino a dar.
Cuanto más débil eres más necesitas tomar el poder de fuera, ¿es eso?
Sí, y ya se nota desde la infancia: los bebés varones tienen una tendencia mucho mayor que las niñas a mirar alrededor en lugar de mirar directamente a los ojos, buscan todo tipo de anclajes en el exterior, y para jugar escogen objetos resistentes y fuertes.
Pues van cargaditos de testosterona.
La generamos para fortalecer nuestro cerebro, nos da el empuje que necesitamos para que determinados procesos se den con mayor impulso, pero se dan desconectados. Y es la responsable del aspecto físico masculino.
¿Y si castramos al niño?
Cambiará su cuerpo, pero no su cerebro, porque está determinado desde lo prenatal.
¿Hay algo que determine la formación de un macho o una hembra?
Los machos son producto del azar, de las circunstancias o de la decisión de la madre.
¿Decisión de la madre?
Existen las tres posibilidades. En algunos casos las condiciones medioambientales determinan la producción de machos o hembras. En el caso de los cocodrilos, nacen machos sólo si la temperatura es óptima. En el caso de las pulgas de agua, las madres determinan qué sexo tendrá la prole.
¿...?
Por regla general se reproducen asexualmente: hembras que engendran hembras, pero cuando la charca empieza a secarse engendran machos que se aparean con las hembras para producir los huevos de invierno, que sobreviven si la charca se seca.
Pero los hombres no son caracoles, ni cocodrilos, ni pulgas de agua.
Si atendemos a las estadísticas, aristócratas y burguesas acaudaladas traen al mundo con sorprendente regularidad más hijos que hijas, igual que las zarigüeyas, los hámsters, los monos araña de rango alto y las nutrias cuando están bien alimentados.
¿Las hembras dominantes suelen tener más hijos varones?
Sí, y bajo determinadas condiciones en las que las mujeres no se sienten bien, están estresadas y las condiciones del embarazo son peores, nacen menos niños. Y todo esto ocurre en los primeros dos meses del embarazo. Los embriones masculinos mueren si el futuro es incierto.
¿Dónde hallan ustedes su fortaleza?
Una fuente importante es pertenecer a grupos de chicos y jugar determinados roles que marca la sociedad según necesidades.
¿Modelos culturales?
Sí, cuando hacen falta soldados se favorecen, cuando hacen falta empresarios o inventores se favorecen. La debilidad biológica de los varones provoca que ellos acepten desarrollar ese tipo de roles que les prometen el poder y la fuerza y que se favorecen desde el hogar, el colegio, la televisión...
La exigencia es social, no biológica.
Sí, pero afecta a la estructura cerebral. Es como los chavales viciados con los videojuegos: han desarrollado una parte de su cerebro para ser hábiles en esos juegos, y les impide ser buenos en otros campos.
¿En qué punto está el cerebro del hombre moderno?
No tiene claro qué tipo de rol debe interpretar para poder llegar a ser importante. Pero su cerebro ya no es tan lineal, se desarrolla de forma mucho más abierta, y por eso hay tanto hombre que se comporta de manera insegura. Algunos debido a esa inseguridad buscan la fortaleza y otros la autenticidad.
¿Qué tenemos que saber las mujeres sobre el cerebro masculino?
Que los hombres siempre están intentando jugar un rol determinado –frecuentemente ni siquiera son conscientes de ello– y que detrás de esa fachada hay un hombre que tiene posibilidades de desarrollar su propia autenticidad.
Eso suena bien.
En el pasado, para convertirse en machos alfa necesitaban coger el poder de los otros (naturaleza, animales, mujeres, hombres); ahora por primera vez (ya que seguir un rol no garantiza el éxito) se sienten atraídos por la idea de dar, por la empatía y la autenticidad. Quizá están encontrando su propia fortaleza interior que les hace capaces de dar. Se trata del hombre que transforma.
Qué bien.
... Pero necesitamos la ayuda de las mujeres. Las madres tienen un gran poder para generar o no la práctica de roles; un gran poder en la programación del cerebro del hijo.