Un tema difícil de tratar por padres, profesores y alumnos es el de la sexualidad. La tradición, las creencias y los mitos por un lado; las imágenes y vídeos que propalan los medios de comunicación e Internet por otro lado; los chismes de los amigos; los consejos de pediatras y psicólogos; etc. todo ello lejos de aclarar el panorama muchas veces lo confunden para nuestros hijos. Por si fuera poco, el currículo nacional incluye en los programas diversa información sobre sexualidad y reproducción que los profesores deben tratar desde edades tempranas, y la realidad de los embarazos precoces y debates públicos sobre abortos, gays, píldoras, ó uso de condones, obligan a prevenir y hablar de temas que quizá en otras épocas se mantenían ocultos.
Los padres se preguntan ¿A qué edad decir qué? ¿Qué le contesto a mi hijo o hija cuando pregunta sobre sexo? ¿Me corresponde tomar la iniciativa? ¿Cuándo? ¿Con qué lenguaje? ¿Con qué detalle o profundidad? Los profesores se preguntan ¿nos corresponde entrar al tema? ¿no debería quedar a criterio de cada familia? Y si nadie le dice nada comprensible a los jóvenes ¿quién será responsable de una enfermedad venérea o embarazo precoz?
Los colegios seculares modernos tienden a comunicar hechos anatómicos y fisiológicos. No emiten juicios de valor sobre hijos dentro o fuera del matrimonio, hijos de madres solteras, abortos, edad de inicio sexual, homosexualidad, virginidad, masturbación, etc. Eso queda para la orientación de cada familia. Tampoco se revelan aspectos de la intimidad sexual de los profesores. Eso corresponde a su vida y creencias privadas.
Los alumnos necesitan información y hay que dársela (si no, la buscarán por otro lado o la fantasearán). Necesitan calmar su ansiedad sobre ciertos temas de la sexualidad que los inquietan y hay que procurar hacerlo. Pero también necesitan orientación para resolver sobre la puesta en acción de su propia vida sexual y eso le corresponde a cada familia. Los colegios pueden aconsejar a los padres que lo soliciten. Pero esa es una decisión de cada uno.
Hay padres conservadores y liberales. Hay padres que creen en la iniciación sexual temprana debidamente protegida de sus hijos y hay otros que creen en la virginidad hasta el matrimonio. Hay quienes están de acuerdo con el aborto o la píldora del día siguiente y otros no. La diversidad de aristas y enfoques es enorme. Por eso, los colegios se limitan a informar y no a juzgar o sugerir cómo actuar.
Como se ve, es un tema complejo, pero no por ello debe dejar de ser abordado. Es bueno saber que existe un relativo consenso entre psicólogos y psicopedagogos de que lo mejor para una sana educación sexual de las personas es tratar el tema con la mayor naturalidad desde que son pequeños, usando los nombres precisos de los órganos genitales, y procurando contestar con la mayor naturalidad cualquiera de las preguntas que ellos hagan sobre el tema. Así mismo, ser conscientes que a veces las preguntas de los niños sobre sexualidad encubren preocupaciones que no tienen que ver con la sexualidad en sí misma sino con asociaciones que ellos hacen en relación a ella. Por ejemplo, si va a nacer un hermanito, el niño se llena de fantasías sobre cómo entró el bebe en la barriga de la mamá. cómo saldrá, si duele, si eso le quitará su espacio a él, etc.
Por eso no se trata de dar demasiada información sobre sexualidad y reproducción, sino averiguar de acuerdo a la edad qué está preocupando a cada niño. Pero a la vez, darle las herramientas y espacios para que pueda expresarse sin temor o vergüenza, de modo que la sexualidad no sea un tema “tabú” en su conversación presente o futura con padres o maestros.
Lo que no debe ocurrir es que los padres no sepan que esto existe ni que se sientan sorprendidos o desamparados cuando el niño pregunta sobre el tema. Y eso suele ocurrir cuando el colegio introduce el tema sin que los padres lo sepan. De allí que los colegios deben procurar que los padres estén informados, prevenidos y preparados
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