viernes, 4 de marzo de 2011

De vibradores, lubricantes y fotos, muchas fotos

Vídeo: Saúl Ruiz
  • La feria reúne 120 expositores de juguetes eróticos
  • Sobre los escenarios, las bailarinas hacen las delicias de los visitantes
  • La fantasía más extendida: hacerse fotos con las modelos casi desnudas
  • Se esperan más de 100.000 asistentes hasta el próximo lunes
  • Hay hasta un 'casting' en busca de la próxima pornoestrella mexicana
El chico acaba de cruzar la entrada, abre los ojos y tira del brazo a su amigo: "¡Mira! ¡Ahí está la enfermera, güey!". Pero ni ellos sufren padecimiento alguno en ese momento ni están entrando en un hospital. La "enfermera" luce antifaz de purpurina violeta y un diminuto y ajustado vestido bajo el que contornea las caderas. "Vamos a hacernos una foto", dice el rostro que en sólo un minuto ve cumplidas sus fantasías.
Bienvenidos a Exposexo, la que dicen es la feria erótica más grande de Iberoamérica, que se celebra hasta el próximo lunes en el DF. Por delante, el chico ansioso de cuidados "médicos" tiene 120 expositores con todos los juegos eróticos del mercado, escenarios donde las modelos de las revistas porno hacen las delicias de sus lectores en vivo y hasta una discoteca donde la chicas acarician las barras con sus cuerpos para delirio de los presentes.
"Yo creo que a los mexicanos les encanta el sexo", cuenta a ELMUNDO.es Alberto Kibrit, el organizador del evento, que el año pasado recibió 117.000 visitantes y éste espera sumar 10.000 más. "Aunque los gobiernos quieren reprimirlo están muy equivocados porque la gente viene a desestresarse en un país gobernado por la inseguridad y la violencia. Y vienen parejas y muchísimas mujeres y eso es muy bueno. México estuvo reprimido durante muchos años y ahora se abre mucho más fuerte".
Basta recorrer el DF para percatarse del éxito de esta industria. Los kioscos acumulan las portadas con mujeres desnudas en lugares muy destacados para la venta y hay multitud de sexshops. "Es cierto, cuando empezamos hace ocho años con la Expo, había 52 sexshops en toda la República, ahora hay más de 1.500 tiendas". No hay un cálculo del dinero que mueve el negocio en este país, pero sólo en los seis días de la feria, su organizador estima que se generarán "cinco millones de dólares" de beneficios.
"Sí, sí se vende", reconoce uno de los dueños de uno de los expositores más grandes. "Nosotros aquí multiplicamos por cinco la venta habitual de la tienda", cuenta mientras muestra la última novedad, una sofisticada máscara de sado, y los productos más vendidos, los vibradores.
Los hay de todos los tamaños, colores, velocidades, con control remoto, incorporados a sillones hinchables con tres posiciones... pero hay dos que causan furor. "Este es un vibrador en el que el pene gira, sube y baja, tiene bolas de metal en el prepucio para dar más placer y, además, tiene incorporado un estimulador de clítoris", explica a una cliente el dependiente de Love Store como si le estuviera hablando de las prestaciones de un coche.
"Lo más nuevo", revela otro empresario del sector, "es este vibrador (tiene forma de uve) que se coloca en la vagina de la mujer mientras hace el amor y proporciona placer a ambos". ¿El precio? Pues hay de todo, desde los 100 pesos (poco más de cinco dólares) del más modesto, a los 2.000 (unos 165 dólares) de los más sofisticados.

Senos y culos

Pero lo que de verdad parece atraer a los visitantes, la mayoría chicos jóvenes, pero también chicas y no pocas parejas, son los espectáculos. Hay escenarios repartidos por todo el pabellón, donde las revistas hacen bailar a sus modelos. Ellas salen con vestidos ceñidos, que en cuestión de segundos dejan asomar grandes senos. Después se giran, se lo levantan y dejan ver que no llevan bragas. Entonces, los brazos de los chicos se estiran, se estiran, se estiran y las cámaras comienzan a disparar al ritmo de sus latidos.
"Vengo a dar una vuelta, a divertirme", sonríe pícaro un chaval de no más de 20 años, "me hago fotos y luego hago un cuadro con ellas y lo conservo y lo miro hasta el año que viene, que vuelvo y hago otro". Para cumplir su sueño ni siquiera tienen que subir al escenario, entre los expositores bailan cubiertas por lo mínimo chicas esculturales, que apenas ven un objetivo se apresuran a sonreir y a posar a cambio de 10 o 20 pesos (entre 50 centavos y dólar y medio).
Son chicas como Fernanda, una joven de 22 años metida en un minivestido morado a quien le gusta "mostrar el cuerpo", pero que en casa, a sus dos hijos, no ha dicho lo que hace, "creen que estoy con un trabajo en Monterrey".

'Pornoasting'

Tampoco saben nada de lo que hace en sus horas libres una educadora en la escuela en la que trabaja. Ella, que prefiere no dar su nombre, es actriz de porno casero y junto con otra de las 'estrellas' de la productora custodia el 'plató' de cuatro metros cuadrados en el que, según el cartel, se hace un casting de nuevas promesas.
"Nosotras nos ponemos con ellos en plan sensual ahí, a la vista de todos porque las películas se graban con mucha gente alrededor, y si tienen una erección es que están capacitados", explica una de las chicas. ¿Y si son ellas las que quieren 'triunfar'? "Pues tienen que ponerse sensuales y ya vemos".
Las 'veteranas' no quieren hablar de cuánto ganan, dicen que "bien", que "se vive bien", aunque el productor en cuestión descubre después que "a los chicos no se les paga, sólo a las chicas". ¿Por qué? "Porque estamos empezando, en México aún no hay industria de producción propia".

'Streapers', condones, lubricantes...

Shows privados de streapers, lubricantes de diversas texturas y olores, condones de sabores y colores, té que funciona como el viagra y lencería, mucha lencería completan la oferta. De hecho, los corsés y los tanga (también de gran variedad) son los productos que se ven más en las manos de las mujeres que recorren la feria. "Ellas compran más y las parejas más maduras, que buscan nuevas cosas que experimentar", apunta un vendedor.
Ellos, a juzgar por lo visto y oído, prefieren las fotos. "¡Sí! Me he hecho un chingo de fotos y vídeo!", sale de la expo emocionado un chaval. "Era la primera vez que venía, me ha encantado, mañana vuelvo".

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