Esta campaña de Benetton firmada por Oliviero Toscani fue muy famosa. | AP
"¿Y tú, qué llevas a casa?", dice esta campaña alemana.
No fue estrictamente la primera, pero sí la que por fin consiguió que la España de finales de los 80 abriera los ojos al VIH. La campaña 'Si da, no da' y sus característicos iconos inundaron la publicidad para enseñarles a los ciudadanos cuáles eran las vías de transmisión del virus y de qué manera podía evitarse la infección. Y consiguieron grabarse en la memoria colectiva como imagen de una época, la de los miles de muertos por culpa de una enfermedad que no se podía controlar.
Desde entonces, las cosas han cambiado mucho con respecto al sida. También lo han hecho las campañas, que han tenido que adaptarse a nuevos desafíos. Porque, aunque el VIH ya no mata por millares en el primer mundo, sigue causando grandes estragos, en parte porque los mensajes de prevención no acaban de calar en la sociedad. "Repasar las campañas que se han realizado en estos 30 años supone avanzar por las distintas fases que se han vivido con respecto a la enfermedad", apunta Enrique Ortega, presidente de Seisida, una sociedad que pretende luchar contra la enfermedad de una forma interdisciplinar.
Los primeros años, los de la impotencia, estuvieron marcados por mensajes informativos, que aclaraban cómo se transmite el virus y hacían un llamamiento a la prevención. De esta época es la conocida campaña 'Póntelo, pónselo', que fomentaba el uso del preservativo y que supuso un antes y un después. "Fue muy polémica, pero en mi opinión se hizo en un momento muy pertinente, porque había un gran desconocimiento", señala David Paricio, presidente de la ONG Sida Studi, que trabaja en la prevención de la enfermedad a través de labores de formación y documentación.
A partir de mediados de los 90, con la llegada de la primera familia de antirretrovirales realmente eficaz –los inhibidores de la proteasa–, "los mensajes empezaron a tocar otros temas importantes, como la importancia de seguir el tratamiento o la no discriminación", indica Ortega, que recuerda especialmente un lema de la época: Unidos en la esperanza.
Unos años después, cuando la realidad demostró que derrotar al virus no iba a ser tan fácil y que la euforia debía sustituirse por esfuerzos renovados de lucha, las campañas comenzaron a hacer un llamamiento colectivo a la reflexión. Junto a la promoción de los métodos de protección frente al virus, empezaron a tratarse además otros temas, como el estigma, la importancia de la detección o los problemas que sufren los seropositivos en el Tercer Mundo.
"En estas tres décadas se ha avanzado mucho, pero la realidad es que también quedan muchas cosas por hacer", comenta Ortega, que subraya que las campañas no pueden ser la única herramienta para prevenir nuevas infecciones y acabar con todos los problemas que rodean a la enfermedad.
"Este tipo de mensajes están bien globalmente. Sirven para recordar a la gente que la enfermedad está ahí, pero es importante trabajar desde otros ámbitos, como la educación o la mediación cultural", comenta.
Paricio coincide con su punto de vista. Para este especialista, los nuevos problemas exigen innovadoras soluciones y los errores cometidos en el pasado han de servir para poder avanzar en el futuro. "Una de las cosas que se está poniendo de manifiesto es que la prevención no sólo ha de centrarse en el uso del preservativo, sino que hay que tratar la educación sexual desde un punto de vista integral", subraya. "Ahí está el reto, en conseguir llegar a la gente para que emplee métodos de protección contra el virus", concluye.
Desde entonces, las cosas han cambiado mucho con respecto al sida. También lo han hecho las campañas, que han tenido que adaptarse a nuevos desafíos. Porque, aunque el VIH ya no mata por millares en el primer mundo, sigue causando grandes estragos, en parte porque los mensajes de prevención no acaban de calar en la sociedad. "Repasar las campañas que se han realizado en estos 30 años supone avanzar por las distintas fases que se han vivido con respecto a la enfermedad", apunta Enrique Ortega, presidente de Seisida, una sociedad que pretende luchar contra la enfermedad de una forma interdisciplinar.
Los primeros años, los de la impotencia, estuvieron marcados por mensajes informativos, que aclaraban cómo se transmite el virus y hacían un llamamiento a la prevención. De esta época es la conocida campaña 'Póntelo, pónselo', que fomentaba el uso del preservativo y que supuso un antes y un después. "Fue muy polémica, pero en mi opinión se hizo en un momento muy pertinente, porque había un gran desconocimiento", señala David Paricio, presidente de la ONG Sida Studi, que trabaja en la prevención de la enfermedad a través de labores de formación y documentación.
A partir de mediados de los 90, con la llegada de la primera familia de antirretrovirales realmente eficaz –los inhibidores de la proteasa–, "los mensajes empezaron a tocar otros temas importantes, como la importancia de seguir el tratamiento o la no discriminación", indica Ortega, que recuerda especialmente un lema de la época: Unidos en la esperanza.
Unos años después, cuando la realidad demostró que derrotar al virus no iba a ser tan fácil y que la euforia debía sustituirse por esfuerzos renovados de lucha, las campañas comenzaron a hacer un llamamiento colectivo a la reflexión. Junto a la promoción de los métodos de protección frente al virus, empezaron a tratarse además otros temas, como el estigma, la importancia de la detección o los problemas que sufren los seropositivos en el Tercer Mundo.
"En estas tres décadas se ha avanzado mucho, pero la realidad es que también quedan muchas cosas por hacer", comenta Ortega, que subraya que las campañas no pueden ser la única herramienta para prevenir nuevas infecciones y acabar con todos los problemas que rodean a la enfermedad.
"Este tipo de mensajes están bien globalmente. Sirven para recordar a la gente que la enfermedad está ahí, pero es importante trabajar desde otros ámbitos, como la educación o la mediación cultural", comenta.
Paricio coincide con su punto de vista. Para este especialista, los nuevos problemas exigen innovadoras soluciones y los errores cometidos en el pasado han de servir para poder avanzar en el futuro. "Una de las cosas que se está poniendo de manifiesto es que la prevención no sólo ha de centrarse en el uso del preservativo, sino que hay que tratar la educación sexual desde un punto de vista integral", subraya. "Ahí está el reto, en conseguir llegar a la gente para que emplee métodos de protección contra el virus", concluye.
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