martes, 31 de mayo de 2011

Ocho de cada diez víctimas de agresión sexual en 2010 conocían a su atacante


29 de los 38 casos registrados el año pasado por Cavasym se produjeron en el entorno social o familiar de la mujer

30.05.11 - 02:40 -
Ocho de cada 10 mujeres que fueron víctimas de agresión sexual en 2010 conocían a su atacante. De los 38 casos registrados el año pasado por el Centro de Atención a Víctimas de Agresión Sexual y Malos Tratos de Asturias (Cavasym), 29 se produjeron en el entorno social o familiar de la mujer. Esto supone una variación total en el perfil del atacante. De acuerdo a los datos, en 2010 prácticamente desapareció el agresor múltiple, el que ataca a varias mujeres a las que, en muchas ocasiones, no había visto con anterioridad. Ese asaltante indiscriminado ha dado paso ahora a un individuo que confunde el escote o la minifalda de una amiga con una invitación. «Aún son muchos los que no entienden un 'no'».
Así lo explicó a EL COMERCIO la presidenta de Cavasym, Mariti Pereira, durante la evaluación de la memoria 2010 de la entidad que, radicada en Gijón, atiende a las víctimas de toda Asturias. El año pasado fueron 436 los expedientes abiertos en la entidad «porque no sólo trabajamos con víctimas de agresiones sexuales, sino también de malos tratos, tenemos puntos de encuentro familiar y asesoramos a cualquier mujer que nos lo pide, sea por el caso que sea».
De esa ingente actividad, los expedientes relativos a agresiones sexuales fueron 38 «que se dividen en 18 casos de agresión propiamente dicha; 12 de abusos sexuales y 8 de acoso».
La diferencia entre agresión y abuso es «estrictamente judicial, ya que tanto en la agresión como en el abuso puede haber penetración. Sin embargo, se entiende abuso cuando hablamos de menores, puesto que aunque haya un presunto consentimiento, la ley lo considera delito», explica Pereira.
10 años, la más joven
Del total de casos contabilizados el año pasado, en sólo 9 de ellos las agredidas fueron víctimas de desconocidos, «pues se trata de mujeres atrapadas en una red de trata de blancas. Vinieron engañadas a España y estaban retenidas contra su voluntad en prostíbulos. Ahora son testigos protegidos».
En cuanto al resto, Pereira destaca que «en el 99% de los casos, el agresor era conocido. O bien del entorno familiar o bien es un individuo al que ya habían visto en alguna ocasión». Explica la presidenta de Cavasym que el agresor familiar se da más «en los casos de abusos, es decir, de menores. En esa franja de edad el atacante siempre suele ser un pariente, un amigo de la familia o alguien de su entorno social».
Eso fue lo que ocurrió con cuatro niñas, agredidas en un mismo centro educativo, así como con otra, que sufrió abusos por parte de un abuelo. Los casos de menores, de los que el año pasado hubo 12 en Asturias, son «más duros», explica Pereira. En su opinión, «la mujer adulta sabe qué le está ocurriendo, pero para una niña es difícil de comprender, por no hablar de la fractura en la confianza, ya que su agresor es alguien de su entorno». La más joven de las víctimas asturianas tenía 10 años. En la actualidad, siguen un caso de una de 4.
46 años más tiene la víctima de mayor edad registrada en 2010, que en breve cumplirá cincuenta. Ella muestra el mismo perfil que el resto de los casos de violación del año pasado, excluidos los de las 9 mujeres prostituidas. Su agresor era un hombre «con el que ya había tenido algún contacto» y que decidió que ese trato previo «era una patente de corso para hacer lo que quisiera con ella». En otros dos casos, el agresor utilizó una droga, vertida en la copa, para anular la voluntad de la mujer.
Por ello, para la presidenta de Cavasym es imprescindible «impulsar la educación en valores. Estamos viendo una pérdida total del respeto a los demás. En el caso de las mujeres, es aún peor, ya que si nunca se tuvo mucho respeto a la libertad de la mujer, ahora son muchos los que creen que determinada vestimenta significa vía libre».
Mariti Pereira tiene la sensación de que «estamos volviendo al pasado», donde la mujer era considerada un ser subordinado al hombre, «además de que se está lanzando una imagen mediática de culto a la sexualidad, que no parece tener límites». Asegura no decirlo «con ningún tono represor, ya que siempre he sido muy liberal. Pero creo que la imagen que nos están vendiendo hace mucho daño».
Ni lavarse ni quitarse la ropa
Por ese motivo, repite los consejos que lleva lanzando desde la creación de la entidad, en 1986 «nada más sufrir una agresión se debe acudir, directamente, a la Policía. Nada de lavarse ni cambiarse de ropa. Directamente a la Policía que, desde allí, serán los agentes los que la lleven a un centro sanitario donde serán tomadas todas las pruebas biológicas que haya». Todos son remitidos «al Instituto Toxicológico de Madrid, donde son analizados».
Destaca Pereira el «excelente comportamiento» que las fuerzas de seguridad «tienen con las víctimas de violación», pero comprende también «la reacción de muchas mujeres, que quieren, sobre todo, ducharse, librarse de todo lo que le recuerde al agresor. Pero eso es un error». Tras la atención policial y médica, se inicia el proceso de recuperación «sobre todo psicológica. Para ello, nosotras ofrecemos terapia a todas las víctimas». Algunas, llevan años recibiéndola.

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