Dos estudios investigan el impacto de los niveles de CD4 y el uso de abacavir sobre el riesgo coronario
Francesc Martínez - 08/03/2011
Las enfermedades cardiovasculares constituyen una de las principales preocupaciones en el seguimiento a largo plazo de las personas con VIH. En los últimos años, diversos estudios han puesto de manifiesto cierto riesgo cardiovascular asociado con la infección por VIH. El origen del riesgo coronario más elevado en la población seropositiva parece estar relacionado con diversos factores: la propia infección crónica (que conlleva cierta replicación viral de baja intensidad que genera inflamación, alterando el sistema cardiovascular), el empleo de determinados fármacos antirretrovirales y otros factores de riesgo que se consideran modificables (tabaquismo, sedentarismo, mala alimentación, etc.).
Para esclarecer los aspectos relacionados con el riesgo cardiovascular asociado al VIH, en la XVIII Conferencia sobre Retrovirus e Infecciones Oportunistas (CROI), celebrada la semana pasada en Boston (EE UU), dos estudios evaluaron, respectivamente, el impacto de los niveles de CD4 y de la utilización de abacavir (Ziagen®, también en Kivexa® y Trizivir®) sobre el riesgo coronario.
El primero de los ensayos, que se llevó a cabo comparando los resultados de 20.775 personas con VIH y 215.158 no infectadas por el virus pertenecientes al mismo sistema sanitario -el Kaiser Permanente de California (EE UU)-, evaluó la incidencia de enfermedad coronaria e infarto de miocardio en dichos participantes. (.....)
(......) Con el fin de arrojar un poco más de luz sobre este asunto, un equipo de investigadores de la FDA realizó un ensayo en el que se evaluaron 26 estudios de distribución aleatoria con abacavir. Los criterios utilizados para considerar que un estudio era apto para ser evaluado en el análisis fueron: que incluyera a participantes adultos, que fuera un ensayo ya finalizado, que no fuera de tipo farmacocinético, que contara con una población mínima de 50 personas y que no se hubiera llevado a cabo en África.
Los 26 estudios -efectuados dentro del período comprendido entre 1996 y 2010- incluyeron un total de 5.028 personas que tomaban tratamientos anti-VIH basados en abacavir y 4.840 que seguían regímenes antirretrovirales que no incluían dicho fármaco.
El seguimiento de los ensayos se prolongó un promedio de 1,62 persona-años y fue semejante entre aquellas personas del grupo con abacavir y las que tomaban otros antirretrovirales.
El riesgo de infarto de miocardio fue parecido entre el grupo con abacavir y el grupo que no tomó el fármaco, con una diferencia entre ambos del 0,008% (IC95%: -0,26% a +0,27). De hecho, ninguno de los estudios incluidos encontró diferencias entre ambos grupos de tratamiento y dicha similitud se mantuvo con independencia del tiempo de seguimiento.
Modelos desarrollados para evaluar la potencia estadística del estudio establecieron que este tenía una probabilidad del 95% de hallar diferencias en el riesgo de sufrir un ataque al corazón entre ambos grupos superiores al 0,1%. Por este motivo, los investigadores consideraron que los resultados del estudio suscitan dudas razonables acerca de una hipotética asociación entre el uso de abacavir y un riesgo incrementado de padecer infarto de miocardio.
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