miércoles, 8 de junio de 2011

Jóvenes, los más propensos a aceptar la diversidad sexual

 

El respeto a la diversidad se ha afianzado como un valor para definir la relación ente heterosexuales y homosexuales. ARCHIVO
  • Encuesta Nacional de Discriminación 2010
La mayoría de los tapatíos dice estar en contra de que los homosexuales adopten, aunque reivindican el respeto hacia sus preferencias
GUADALAJARA, JALISCO (07/JUN/2011).- En todo México se sabe: Guadalajara es una de las ciudades más conservadoras del país. La fama de los tapatíos a nivel nacional es de “mochos” y de cerrados en cuestiones que tienen que ver con cambiar la perspectiva de la moral tradicional. Así, ante un tema tan polémico como la adopción de niños por parte de parejas del mismo sexo, los tapatíos son contundentes: ocho de cada 10 habitantes de esta ciudad están en contra, uno de cada 10 responde que depende de las circunstancias de la posible adopción y sólo uno de cada 10 acepta la posibilidad. Estos datos se desprenden de la Encuesta Nacional sobre Discriminación 2010 presentada por el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred).

Pocos temas han sido causantes de tantas discusiones como los matrimonios y la adopción homosexuales. Después de la legislación aprobada en el Distrito Federal, que permite la unión de parejas homosexuales bajo el manto del matrimonio y la adopción de niños por parte de la pareja, algunas entidades federativas comenzaron a incluir en sus códigos locales especificaciones legales que señalan que el matrimonio se compone de un hombre y de una mujer, con lo cual se excluye a los homosexuales de los posibles derechos derivados de un matrimonio. Jalisco se unió a esta tendencia en 2009.

Los que están en contra de los derechos maritales de los homosexuales dicen que es un fenómeno “antinatural” y, en algunos casos, hasta una desviación que debe ser corregida. Los que están a favor, visualizan como una “orientación” la elección de una preferencia sexual determinada. Esta polarización queda manifestada puntualmente en las encuestas: 43.7% de los mexicanos no está dispuesto a vivir bajo el mismo techo con un homosexual, mientras que a 42.5% no le incomodaría morar en la misma casa que una persona atraída por su mismo sexo. El restante 11.2% opina que sí, en parte.

Para el Conapred, los resultados muestran que la homofobia sigue teniendo innumerables adherentes. Según el propio consejo, la homofobia es “el miedo irracional a personas atraídas por su mismo sexo”. Sin embargo, a pesar de la relativa popularidad de la homofobia, el respeto a la diversidad se ha afianzado como uno de los valores fundamentales para definir la relación ente los heterosexuales y los homosexuales.

A pesar de que casi ocho de cada 10 tapatíos están en contra de que parejas homosexuales adopten niños, 73.1% de los habitantes de la Zona Metropolitana de Guadalajara (ZMG) considera que lo más correcto que puede hacer la sociedad es respetar los derechos y preferencias de los homosexuales. El restante 26.9% señala, por el contrario, que los homosexuales deben cambiar su preferencia o, de menos, esconderla públicamente.

La tendencia al cambio de percepción respecto a los homosexuales en generaciones juveniles es muy clara. Dicha afirmación queda sustentada en los datos de la encuesta. Mientras dos de cada tres jóvenes, con edades que oscilan entre los 18 y los 29 años, afirman que podrían cohabitar en una casa con un homosexual; la cifra se invierte en los adultos mayores de 60 años, ya que 60% de las personas en este rango de edad dice negarse a vivir bajo el mismo techo con un homosexual.

Si en términos de edades la visión de los homosexuales varía ampliamente, la educación y el nivel socioeconómico también influyen en la percepción que se construyen los individuos de la homosexualidad. Ante esta realidad, la encuesta señala que las personas económicamente más desprovistas son las más discriminantes: sólo 31% de éstos acepta vivir con un homosexual, mientras que casi siete de cada 10 no contemplan remotamente esa posibilidad. En contraste con estos datos, el estrato económicamente más pudiente, también expresa el mayor nivel de tolerancia a los homosexuales.

Siete de cada 10 señalan no tener problemas para relacionarse en una casa con personas atraídas por su mismo sexo.

División regional

México no puede ser visto como una nación que guarda una percepción cohesionada en torno a la homosexualidad. Podemos apreciar múltiples diferencias regionales, desde la visión que se tiene en el Norte hasta el Distrito Federal o en el Bajío. Podemos identificar que la zona Centro, compuesta por el Distrito Federal y el Estado de México, y el Suroeste del país, son las regiones que presentan índices más altos de aceptación a los homosexuales. En estas partes del país, los habitantes estarían dispuestos a vivir con homosexuales en niveles que oscilan entre 65 y 67 por ciento.

 Por otro lado, es posible afirmar que las regiones Occidente y Bajío son las áreas del país que presentan niveles más altos de intolerancia a los homosexuales. Estas dos zonas que incluyen a estados como Guanajuato, Michoacán, Jalisco, Colima o Aguascalientes, rechazan la posibilidad de vivir con homosexuales en niveles que superan la media nacional. Mientras el promedio de la negativa para morar con personas de dicha orientación sexual es de alrededor de 43%, en estas regiones supera 52 por ciento.

Crónica

“Si te acercas a mi hija, te mato”


Una tarde en la que Andrea regresaba a su casa después de impartir clases de inglés a niños en un colegio, un sujeto se acercó a ella en la entrada del edificio donde vive y le gritó: “Si te vuelves a acercar a mi hija, te mato”. Andrea se quedó sorprendida y no supo cómo reaccionar a las agresiones del papá de su ex novia, Mariana. “Ahora sonríe, maldita, porque te están tomando fotos. Ya sabemos dónde trabajas y dónde vive tu familia”, dijo el hombre antes de irse.
Andrea recuerda con coraje la primera ocasión que la hicieron sentir mal por ser un mujer a la que no le gustan los hombres: “Hace siete años fui a cenar con mi novia a un restaurante y nos dijeron que nos fuéramos porque ahí no era un lugar de ‘ambiente’ (palabra que se utiliza para referirse a lugares dirigidos a población homosexual)”.

Ella vivió con Mariana, de 22 años, durante dos semanas, tiempo en el que también convivió con los padres de su novia, quienes estuvieron de acuerdo con su relación. En un principio les mostraron su apoyo, pero después aprovecharon la situación para obtener los datos personales y alguna información de los familiares de Andrea, como números de teléfono celular, correo electrónico y el domicilio de su trabajo.  A juicio de Andrea, la familia de su ex pareja actuó con alevosía para luego amenazarla de muerte varias veces a través de llamadas telefónicas.

Le parece increíble que en algunos casos la familia es la que más discrimina y la que menos repeta las relaciones personales de sus parientes, “porque es una decisión propia”.

Ya pasó un mes de la primera amenaza, tres semanas de que Andrea tuvo que salir de su casa porque temía por su vida —no puso en duda que las agresiones verbales del papá de su ex novia tomarían otro tono—, y 21días de que renunció al amor, pues prefirió dejar a su novia para evitarse malos ratos y recuperar su tranquilidad. Sin embargo, hay algo que le sigue dando vueltas en la cabeza: “No sé cómo está ella ni cómo la han tratado. Sí la quiero y no sé cómo está, ¿por qué no podemos ser felices?”.

Una ciudad con doble cara

Homofobia


Guadalajara es una ciudad de grandes contrastes. Es una urbe donde las expresiones por la diversidad sexual son frecuentes y por ello es reconocida a nivel nacional e internacional, pero también tiene una población altamente conservadora. La sociedad tapatía es de las que más discrimina a la personas por su preferencia sexual.

“Existe una serie de cosas en esa mentalidad doble que atraviesa la cultura política. Creo que no es de a gratis que tengamos al frente un Gobierno estatal conservador; queda muy claro que ganaron por mayoría de votos porque tenían propuestas conservadoras en el ámbito moral”, explica Armando Díaz Camarena del Grupo Diversidad Sexual.

La doble moral en la capital jalisciense está relacionada con los discursos religiosos, médicos y gubernamentales, comenta Díaz Camarena, y señala que el respeto y tolerancia que expresa la población no es del todo real, pues tiene tintes discriminatorios.

Recuerda que hace algunas semanas se propuso una “limpia” en el primer cuadro de la ciudad —retirarían indigentes, limpiaparabrisas—, “lo que estamos viendo es que el tema de la imagen tiene un lugar más alto que la dignidad humana”.

Ante la adversidad de una sociedad conservadora, el psicólogo resalta que las organizaciones se han fortalecido: “Quizá como respuesta a esta contradicción de ser una ciudad conservadora, ha habido la oportunidad de generar una cultura de resistencia; hay más organizaciones, a diferencia de otros estados del país, que trabajan temas relacionados con la diversidad sexual, de género, de VIH. Es un trabajo más amplio, que lleva por lo menos desde la década de los ochenta”.

El defensor de derechos humanos agrega que no hay menos discriminación a una lesbiana por ser mujer. En este caso, la discriminación tiende más a la exclusión: hay menos investigación, espacios de encuentro, cultura educativa y organizaciones.

Armando Díaz reconoce que en Guadalajara se avanza poco a poco en el proceso de adaptación e integración, “que aunque no es lineal, se está caminando en la cultura de los derechos humanos, aunque también hay toda una cultura que se opone a esto”.

Mitos sobre la homosexualidad

Los afeminados son homosexuales y viceversa.
Los homosexuales fueron maltratados o violados durante su infancia.
La homosexualidad es una enfermedad.
Son los únicos que pueden contagiarse de VIH.
Son perversos, promiscuos y degenerados.
A quien no le gusta el futbol o fue criado entre puras mujeres, seguro es “maricón”.
Treintón, guapo y soltero, “maricón” seguro.
Sus relaciones son inestables.
Las lesbianas lo son porque no han encontrado al hombre adecuado.
Los homosexuales son una amenaza para los niños.
Los padres son la causa de que sus hijos sean homosexuales.
Las lesbianas traen el cabello corto y visten como hombre.
Las lesbianas con apariencia masculina desean ser hombres.


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